Romance del desconsuelo
Triste y sin compañía
veíase una extraña ama,
todavía era joven.
Al parecer lloraba.
En una inmensa torre
estaba ella apresada,
rendida por un amor
que su pecho abrasaba.
-¿Qué me pasa en mi ser?
¿Qué es esto que me amarga?
Ella preguntas hace
quien se las contestara.
-Señor ¿por qué encerrarme,
si en el jardín jugaba?
Su señor muy furioso
tras la puerta miraba.
-Yo te encerré por tu bien
el peligro acechaba.
-No vi ningún peligro
para que me encerrara.
-No mientas mi señora
que acompañada estabas.
-¿Acompañada yo?
Sí una gacela andaba.
-No me engañes doncella
y dí con quien hablabas.
-Yo no hablaba con nadie,
si acaso canturreaba.
Ella miraba al bosque
asomada a la ventana.
Su galán misterioso
en el bosque esperaba.
-¿Quién eres caballero,
que en el bosque te amparas?
¿Quién eres que a mi ser
sus pálpitos arrancas?
La niña mira y mira
ella está enamorada
y en su pecho angustiado
una angustia asomada.
-Señor, déjeme libre
que pronto es madrugada.
La niña llora y llora
por su amor que la aguarda.
Al rato subió el señor,
un presente llevaba.
-Mira, ama, lo que traigo,
una gacela asada.
-¿La comida mi señor?
Su pecho palpitaba.
Abrióse la puerta y allí,
la gacela nombrada,
era el cuerpo sin vida
del galán que esperaba.
La niña llora y llora
y está desconsolada.
-¡Ay mi señor ¿qué le ha hecho?!
¡Ay mi señor que me mata!
Me rompe el gran amor
que murió de mañana.
Y la hermosa doncella
en frío suelo echada,
busca la muerte rápida
pues su amado la aguarda.
Obra Pictórica: Dibujo a tinta de Marina Moreno Viñolo
Poema: Diana López Arcos
Poema: Diana López Arcos